Ya no compuesto hablar, ya no que aspire a laurel docto o a sagrada musa; mándalo, ¡oh Musa!, Amor, que en mí rehúsa menos que el pecho su rigor suspire. Ya va fuera de mí verso que admire en pulido decir; mi llama excusa, ¡oh, sagrados despojos de Medusa! que en vuestras aguas este ardor respire. Otro alentad en el licor dichoso, que ya, ausente de voz, al mal presente, desata el pecho un río caudaloso. Adiós, pues trueca Amor por vuestra fuente, (mirad cual cantaré) de mi lloroso pecho, en su ausencia larga, la corriente