A Mercedes De Velilla Cariñosa me aconsejas que yo procure imitarte; no sabes, al alejarte, en qué honda lucha me dejas. Con mis propios pensamientos, batallo conmigo, a solas, como batallan las olas agitada por los vientos. Porque existen en mi alma dos tendencias, de tal suerte, que sólo dando a una la muerte será de la otra la palma. De seguir en pos de ti una es deseo anhelante; otra, una duda constante; que duda siempre, de mi. Cuando tu labio indulgente alimenta mi esperanza, mi deseo dice: “avanza”, dicen mis dudas:”detente”. Tanto de mi desconfío que hay veces que, si pudiera, las palabras recogiera que pronunció labio mío. Y me canso de lidiar con las sombras de mi mente: para pensar soy valiente, cobarde al ejecutar. ¿Por qué da mi mente asilo a ese fantasma risueño? Si no soy…¿Por qué sueño? Si algo soy…¿Por qué vacilo? Un mundo de pensamientos en mi cerebro luchando; millares de ideas, buscando nunca encontrados acentos; Pensamientos de grandeza que en estrecha cárcel vagan, y que oscilan y se apagan sin salir de una cabeza: Un profundo desaliento, anhelar mucho, ser nada; he aquí mi historia ignorada, esto soy yo, y esto siento.